miércoles, 23 de diciembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 32


“Problemas”

Miré asustada hacia la puerta cuando apareció Max completamente mojado, desnudo y con pequeñas ramas de árboles y césped pegadas a su cuerpo.
— ¡Se fue por el lago! Hijo de puta.
Cerró la puerta con fuerza y se dirigió hacia el segundo piso. Golpeó con fuerza la puerta del baño sin decirme nada, por lo visto…algo hice mal porque estaba enojado o él era tan estúpido que se enojaba conmigo por ser tan lento.

Subí asustada con mi manta, ya vestida con mi pijama hacia el segundo piso y me quede sentada en la cama mirando hacia la puerta del baño, no quería mirar hacia ningún lado porque creería que aparecería ese vampiro, aquella mirada…realmente me asustó, incluso más que cuando vi a Max por primera vez.
Observé hacia el lado y no pude más con el miedo. Corrí rápidamente hacia el baño y entré sin preguntar.
Max se estaba duchando, así que me senté en el piso, apoyada en la tina donde Max se estaba duchando con la corrediza cerrada. No quería tener nada sospechoso detrás de mí, por lo que era mejor ver a los lugares por donde podría venir aquel vampiro, pero sentí como la puerta de la ducha se abrió.
Max me levantó, agarrándome del brazo para tener que dejar caer mi manta al notar que me estaba haciendo entrar a la ducha con él.
—Estás asustada –dijo mirándome muy serio.
—Sí, ni siquiera me molesta que me hayas metido aquí ¡con ropa! –Dije molesta de verdad, pero la mirada de Max me relajó un poco ya que me estaba sonriendo — ¿Quién era?
—No lo sé, ni siquiera pude diferenciar su aroma…aquel bastardo, si es que realmente era un hombre y no mujer, no estaba pensando nada en el momento –el agua comenzó a mojarme toda mientras Max ya estaba limpiando la espuma que había formado en su cuerpo. Sus manos se fueron a mi camiseta, la cual subió y sacó cuando levanté los brazos.
— ¡Y ni siquiera pude tenerte por completo! –dijo mirando como quedaba desnuda de nuevo, no le tomó nada dejarme desnuda otra vez; había roto mi pijama, aunque haba sido con cuidado en esta ocasión.
— ¿Por qué me estas desnudando?  O mejor dicho ¿Por qué dejo que lo hagas? –él me sonrió.
—Porque sabes que no tuve mi orgasmo –quede pensando, pero no me pude concentrar en él.
— ¿Es peligroso? –volví al tema del vampiro mientras sentía las manos de Max en mi cadera.
—No lo sé realmente, corrió muy rápido y eso que yo corro bastante bien…puedes ser mayor que yo o puede ser un neófito bastante inteligente, pero sea lo que sea, no se volverá a acercar, así que no te preocupes, además tu eres mía…solo le tocó disfrutar del espectáculo.
—Verdad, tienes toda la razón –dije empujándolo — ¡Como me encanta estar teniendo sexo delante de otros, eso es perfecto! –Max me miró molesto y me hizo girarme, para acercase a mi oreja y morderla mientras me hacía prisionera de su cuerpo y la pared.
—No creas que estoy muy feliz –dijo mientras sentía su erección contra mi trasero, provocando que me tensara –no me gusta que vean lo que es mío, pero mi marca esta por todo tu cuerpo, así que no debes asustarte, cualquier vampiro que se acerque sabe que eres de otro.
—Max —me quejé de nuevo. Dios, no entendía como este vampiro provocaba que mi cuerpo reaccionara así ante sus caricias, ahora él estaba acariciando suavemente mis senos con sus manos.
—Y ahora lo haremos como a mí me gusta –tomó mi cadera y la acercó hacia él.
Miré hacia atrás y vi como dirigía su pene desde la base para después entrar a mi cuerpo de una sola estocada. Apoyé mis manos en la pared del baño cuando él salió de mi cuerpo y entró de nuevo.
—Max… –dije tratando de formular una frase, pero él entró con más fuerza provocando que saliera un grito de mi boca y no era de dolor –que te quede claro te…te sigo odiando.
—El sentimiento es mutuo –dijo para tomar mi cabello mojado y tirar de él, provocando que arqueara mi espalda –Eso...me encanta tu trasero —dijo para después darme una nalgada mientras seguía empujando, aun tirando de mi pelo, gemí con fuerza al sentir su mano contra mi piel con aquella fuerza –te ha gustado ¿no?...y luego te quejas Lizzie, eres igual a mí.
Volvió a llevar sus manos con fuerza contra mi trasero mientras seguía entrando en mi cuerpo, tomando mi cabello. Dios, parecía que toda su frustración con ese vampiro desconocido estaba siendo liberada en este momento y no me molestaba para nada.
— ¡Max! –me queje llegando a mi orgasmo, estaba muy sensible, pero él no se detuvo, como era de esperarse.
Apoyé mis manos ante la pérdida de fuerza por aquella sensación de placer. Max siguió entrando en mí de una forma salvaje, provocando que pudiera escuchar como su cuerpo chocaba contra el mío, sonido que se intensificaba por el agua, la cual mojaba cada vez nuestros cuerpos haciendo que se sintiera diferente.
— ¡Max! ¡Ya! –grité al sentir como mi segundo orgasmo me atacaba.
El vampiro gritó mi nombre y apoyó su mano en la pared, rodeó mi cintura sosteniéndome para evitar que cayera. Salió de mi interior y luego me giró. Cerró la llave de la ducha y segundo después tomó una toalla y me la entregó pasando a secar con rapidez mi cara, lo que me hizo reír y luego me rodeó con ella y tomó una para él.
—Estas acabando conmigo –dije apoyada en la pared.
—Ven —en menos de un segundo estaba en la habitación –Emm…
Max se puso un pantalón de pijama y luego tomó la toalla para comenzar a pasarla por mis hombros con cuidado, para seguir con mis brazos y así sucesivamente hasta secarme por completo y entregarme una de sus camisetas. Tomé solo mis bragas para cubrirme.
—Emm…Max –lo llamé cuando estaba arreglando la cama. Me sonroje de sobremanera al darme cuenta de lo que acababa de pasar –gracias.
Él no dijo nada, solo me hizo un gesto con la cabeza y se acostó. Hice lo mismo, pero no me pude quedar quieta, que haya ayudado a secarme había sido muy dulce de su parte, aunque hubiera sido su culpa acabar con mis energías al dejarme seca por tanto placer.
—Debes tener cuidado –él de inmediato se dio vuelta para mirarme ya que me estaba dando la espalda.
— ¿Y eso por qué?
—Porque si sigues comportándote así dejaré de pensar que eres un maldito —él sonrió de una forma que me sorprendió, no era con maldad, tampoco de una forma arrogante. Solo estaba riendo como Max.
—Sé muy bien que me odias, no te preocupes –recorrió con su dedo índice desde el centro de mi frente hasta terminar en la punta de mi nariz. Fruncí el ceño y salí de la cama ¿Qué me estaba pasando? – ¿Lizzie?
—No —negué y fui hacia las escaleras, pero Max me tomó y me volvió a recostar en la cama.
—Lo sé –dijo tensando su brazo que rodeaba mi abdomen –no dejaré que estés en el primer piso sola ¿Qué sucede si viene aquel vampiro de nuevo? –me tensé de inmediato, eso no sería nada bueno. Me acercó más a su cuerpo.
—Max, no soy una máquina de sexo, no me presiones.
—Lo sé —me liberó por completo de su agarre.
— ¿Sabes? –Dije girándome –tú no me asustas en general, ya seas un vampiro y sádico, además de todas las cosas que me hiciste, pero lo que si me asusta son tus cambios de carácter, debes elegir uno, no puedo con los dos –él frunció el ceño.
—Muy bien.
—Sí, muy bien porque no puedo estar segura si un día serás malvado y luego cambias todo abrazándome en la noche como ahora…o trayéndome comida, hablándome como si nada pasara.
—Te aseguro que eso no volverá a ocurrir —bufé.
—Demonios, tu eres al revés Max, no entiendes nada.
— ¿Qué hice ahora? –me miró confundido.
—Si te digo eso ¡es para que me expliques tus cambios de humor! Y ahora… —mis ojos se llenaron de lágrimas –viene un tipo que me asusto de verdad, no estoy en mi casa como para sentirme protegida y tú me tomas como si solo fuera un pedazo de carne —las lágrimas comenzaron a caer sin poder controlarlo, por lo visto estaba un tanto sensible.
—Ey…ey, no llores. Basta. Deja de hacerlo –trató de secar bruscamente mis lágrimas, pero aleje sus manos.
—No soy una maquina móvil donde puedes meter tu miembro y salir satisfecho.
—Lo sé, lo sé. No llores –segundo después Max me acercó a él y me abrazó con una naturalidad que me dejo helada –no eres una máquina, solo es que me encant… —no siguió hablando y ambos nos quedamos estáticos al darnos cuenta de lo que estaba diciendo y haciendo.
 Dios…santo.
—Muy bien –dije levantando la mirada, no me iba a mover porque me gustaba estar así. Se mostraba un Max más humano –haremos como que ninguno escucho lo que dijiste ¿sí?
—Muy bien y tu dejarás de llorar, me pones nervioso cuando lo haces y termino haciendo cosas que no deseo realmente ¿bien?
—Trato hecho –ambos nos quedamos en silencio y de poco a poco Max me fue soltando hasta no estar junto a él –no tengo sueño –dije girándome para verlo. Lo bueno fue que no me dio la espalda.
—Que mal, porque yo sí.
— ¿Qué hacías cuando eras humano?
—Tengo sueño Lizzie — ¡y de vuelta el vampiro desagradable! –Buenas noches –se giró finalmente dándome la espalda y no me dirigió la palabra por el resto de la noche.

Al día siguiente desperté y Max no estaba a mi lado. Me levanté un tanto mareada porque no pude dormir del todo bien. Llegué al comienzo de la escalera y miré hacia el primer piso.
Estaba leyendo algo en su portátil, parecía escribir también. Me sorprendió verlo sonreír al leer Dios sabe qué cosa.
—Buenos días –dije cuando llegué al primer piso. Estaba todo temperado, la calefacción estaba encendida, un puesto en la mesa para que comiera y además el hervidor estaba con agua hervida, justo para tomarme una reponedora taza de café.
—Buenos días –siguió escribiendo por lo que no pude evitar ser curiosa.
— ¿Qué haces?
—Converso con Emily, te manda saludos –mi humor se arruinó por completo.
— ¿Y de qué hablan? –él me miró y enarcó una ceja.
—De algo que no te debería interesar Lizzie –Por lo visto había decidido ser el vampiro malo.
—Muy bien –estúpido vampiro.
Espere que me dijera algo, pero no sucedió nada, siguió mirando su estúpido computador.
Comí mi desayuno escuchando las teclas que hacía sonar con rapidez, pero no tuve que permanecer por mucho bajo esa tortura porque mi celular sonó y corrí por él, me alegré al ver de quien se trataba.
— ¡Sophia! –me recosté en la cama.
—Lizzie ¿Cómo te ha ido? —se escuchaban muchas voces por allá.
— ¿Con quién estas?
—Nathalie preguntó si volviste con Max y si han tenido sexo de reconciliación –no pude evitar reír ante lo que dijo.
—Dile que esa respuesta es complemente…privada –pude escuchar las risas del otro lado –traidora me tienes en alta voz.
—Te extrañamos —suspiré.
—Yo igual y solo llevo dos días, me queda toda esta semana.
—Todos te mandan cariños y te quieren de vuelta —sonó un ruido extraño –bien, ahora estamos solo las dos, Lizzie, alguien me llamo hoy, por eso me comuniqué contigo.
— ¿Quién?
—Tu papá –quedé helada al escucharla. Me puse de pie y me acerque donde se encontraba Max con cuidado, él seguía concentrado en su computador.
Fui hasta el baño y me encerré ahí.
— ¿Qué quería?
—Sabes qué día es este fin de semana ¿no? –rodeé los ojos.
—Ni me lo recuerdes, es su cumpleaños, tendré que pasar ese día con él…es el domingo creo.
—Sí, pero Lizzie ¿has hablando con él?
—No ¿Por qué?
—Suena extraño, no te sabría describir lo que es, pero me llamó la atención.
—Sí, quizás ahora encuentra una nueva forma para retenerme a su lado.
— ¿Qué? –olvidé que Sophia no sabía nada de Luke y como había arruinado sus planes en el pasado.
—No, nada, sabes que hablo estupideces cuando ese señor sale en los temas de conversación.
—Lizzie —dijo apenada.
—No te preocupes, ahora dime ¿están todos bien por allá?
—Si, como te dije, todos te extrañamos. Te traté de contactar antes pero me fue inútil, no contestabas.
—Mmm…estaba ocupada.
—Me lo imagine –se rio descaradamente de mi –ten cuidado allá ¿sí?
—Si ¿oye? ¿Están de fiesta?
—Sí, acá es más tarde…ya es de noche.
— ¿Y se han juntado todos?
—Si –bufé celosa de Sophia.
—Siempre se juntan cuando no estoy, comenzaré a pensar mal.
—No te preocupes que hemos pensado lo mismo, cuando vuelvas te estaremos esperando para que salgas con todos nosotros…ya que la última vez, Max Blake te acaparó solo para él.
—Eso no volverá a ocurrir.
—Bien, volveré con los demás porque estoy en la oficina de Robín y no huele muy bien. Te quiero mucho.
—Yo igual, nos veremos en unos días.
Ambas cortamos y salí del baño. Miré a Max y él seguía escribiendo, conversando con Emily. Bajé a terminar mi café y comí unas tostadas que me preparé. Después de no ver respuesta por parte del vampiro ogro, me fui a dar una ducha rápida para vestirme y salir de la cabaña.
— ¿A dónde vas? –fruncí el ceño por la pregunta de Max, debería saberlo. Lo quedé mirando dudosa.
—No me digas que de nuevo no me puedes leer la mente —él miró hacia un lado enojado. Sonreí, comenzaba a entender muy bien esto de su don conmigo –iré a conocer un poco, salimos de aquí a las cuatro de la tarde y son las doce…quiero conocer otro lugar de la cabaña, nos vemos.
Salí del lugar sin mirar hacia atrás. Sonreí cuando ya estaba a varios metros de distancia. Max no podría leer mi mente porque él era quien se bloqueaba a mí, no yo a él o sino no tendría posibilidad de saber que pasaba por mi mente, ahora lo tenía más claro.
Cuando era Max, solamente el Max normal tenía la capacidad de poder leer mi mente…por eso antes podía hacerlo sin dificultad ya que para él era una simple humana con la que tenía que tratar, pero por lo visto eso estaba cambiando, por algo salían los dos Max a jugar, el ogro y el más humano. Me agradaba este último a pesar de que pudiera leer mi mente.
Bajé al lago por una escalera que estaba un tanto peligrosa porque estaba resbalosa, pero pude hacerlo solo con unas cuantas caídas, que mi ropa se ensuciara no me preocupaba, pero acabar en el suelo y que llegara Max si lo hacía, necesitaba un tiempo a solas.  Me senté en una gran roca. Miré hacia la cabaña, pero no se veía nadie, de seguro Max seguía escribiéndose con Emily.
¿Qué haría con él? Podía seguir luchando para romper sus barreras y poder vengarme, pero luego esa idea era demasiado cruel aunque sea Max el principal perjudicado. Tampoco podía quedarme mucho tiempo cerca suyo, no tenía tiempo para que Max dejara de ser un ogro y para ser sincera no tenía ninguna idea sobre qué hacer, hasta ahora solo estaba disfrutando de tener buen sexo y de poder saber curiosidades de él, pero nada más y no se me ocurría otro motivo para quedarme a su lado si es que mi sed de venganza se había esfumado mágicamente.
Él no mostraba cambio alguno y también tenía que ser realista, algo me estaba pasando con él, algo que no era sano…por nada en el mundo todas las atrocidades que hizo conmigo estaban pasando a segundo plano, pero me estaba realmente gustando saber más de su vida, era como un estilo de adicción y creo que él lo estaba sospechando porque solo me daba migajas sobre su vida, nada más. Avanzaba un paso hacia él, pero después se comportaba de tal forma que me hacía retroceder tres pasos.
Mi relación con Max se podía semejar a la destructiva relación entre una polilla y una ampolleta. Deslumbrada por lo guapo e interesante que podría resultar me acercaba, pero como una polilla que se aproxima mucho a la luz, sale quemada… incluso rostizada. Eso no es nada normal y sano.
Tendría que pensar en alejarme, no me gustaba en la persona que me estaba convirtiendo por tratar de saber más de él y no quería estar jugando al gato y el ratón por mucho tiempo, que él pudiera leer o no mi mente era interesante, pero quería algo estable, no cambios de humor cada cinco minutos como lo hizo ayer por la noche. Eso había sido peligroso e incluso una locura. Ya no me podía entender, si ya no quería vengarme ¿Qué estaba haciendo al lado de Max?
Estuve por un largo tiempo recorriendo la pequeña playa de piedras tratando de encontrar alguna solución, lo que se me estaba haciendo muy difícil. Tuve que entrar a la cabaña cuando mi estómago exigió comida. Max ahora se encontraba mirando por la ventana.
—Max, creo que deberíamos irnos antes de la hora estimada porque estamos perdiendo el tiempo, podrías arreglar todo con tranquilidad para la cena de hoy –él se giró y se apoyó en la ventana. Su mirada estaba triste y lucía un tanto preocupado — ¿Qué ha sucedido?
—Nada, creo que tienes razón.
Se fue hacia el segundo piso, mis manos picaron al momento que pasó por mi lado, deseando tomar su mano y preguntarle qué demonios sucedía, pero no lo hice, no tenía por qué comportarme de esa manera con él.
Que se quedara solo con sus demonios internos, yo ya no me quería mezclar con él porque mi cabeza no seguiría siendo afectada por sus propios problemas.

Comí algo rápido y luego arreglamos todo para irnos, ninguno decía nada mientras guardábamos la ropa en el bolso, ni siquiera una mirada y sinceramente deseaba con todo mi corazón el reproductor de música que Max había roto en el aeropuerto. Estar en ese silencio incómodo no era nada agradable.
Fui a dejar la llave a la recepción y me gire para dar una última mirada a esa cabaña que para ser sincera, tenía esperanzas de ver un cambio en Max, a pesar de que lo hubo solo duró el mismo tiempo que una estrella fugaz.
Suspiré mirando hacia la ventana. Iba sentada en el lado del copiloto y tenía unos deseos inmensos de gritarle a Max con toda la capacidad que mis pulmones me permitían, pero parecía que el muro que nos distanciaba en vez de disminuir…había crecido y no era mi culpa.
—Emily te envió saludos, al igual que Teresa –rodeé mi abdomen con los brazos, controlando los deseos de decirle que me importaba un comino. A esas personas no las conocía lo suficiente como para que su saludo me importara.
Max me miró por primera vez luego de un largo tiempo para después fruncir el ceño molesto.
—No sé qué te pasa cuando bloqueas tu mente –miré hacia un lado, era mejor dejarlo con esa creencia que decirle la verdad. Creo que mi decisión sobre Max ya había sido tomada.
—No lo sé –mi tono de voz demostró que no tenía ánimos de empezar una discusión, pero no pude evitar preguntar algo — ¿Qué harías si un día te digo que me voy? –las manos de Max apretaron con fuerza el volante.
— ¿A dónde te irías si ya estás en tu departamento? –me acomodé en el asiento para verlo mejor ahora que había conseguido alguna respuesta de su parte.
—Si me voy de Blake Ltda.
—Seguirías en la ciudad y siendo solo mía.
—No, no entiendes ¿Qué harías si me voy para siempre de tu vida? ¿Si escapo?
— ¿Este es tu plan para escapar? Porque dudo que funcione ahora que me has dicho que deseas escapar.
— ¿Qué harías, Max? –insistí, dejando de lado lo idiota que era.
—Te atraparía y no dejaría que salieras a ningún lado –fruncí el ceño.
—Me secuestrarias de verdad esta vez –él asintió –pero no es bueno que hagas eso –me miró confundido.
— ¿Específicamente en qué momento me he portado bien contigo para que creas que debería seguir haciéndolo? –negué. Max tenía un serio problema, en su interior.
—No porque seas vampiro debes ser malvado y cruel ¿por qué no eres como el Sr. Ezequiel? Él es bueno –Max rio.
—No conoces a Ezequiel…y te recomiendo que no sigas diciendo que es bueno –fruncí el ceño.
—Pero conmigo y mis compañeros de trabajo siempre lo ha sido.
—Porque trabajan para él, son productividad para su empresa.
—No te creo —él levantó los hombros quitándole importancia.
—No es como si me importara mucho que me creas –tensé mi mordida.
—Deja de ser tan arrogante Max…de verdad cansas de una forma asfixiante.
—Entonces no preguntes estupideces, así de simple —lo quede mirando y sin poder evitarlo mi mentón comenzó a temblar.
—Estoy cansada de esto.
—Ponto llegaremos a la estación y podrás seguir ignorándome —miré hacia la ventana sin decirle nada más.

El resto del viaje fue el peor que he tenido en mi vida. Traté de dormir para que pasara más rápido el tiempo pero fue inútil, menos cuando Max iba sentado al frente. Me sentía agotada como la vez que dormí por dos días, como si mi corazón ya no fuera capaz de soportar todos mis problemas más los de Max, sentía que me iba a desvanecer en cualquier momento.
Llegamos a Moscú luego de unas horas y ya había anochecido. Con Max esta vez nos subimos a un lujoso automóvil que nos esperaba y nos llevó al hotel donde teníamos las reservaciones. Llevaron nuestras maletas hasta nuestras habitaciones.
— ¿Has pedido dos habitaciones? –me giré hacia él cuando nos dirigíamos hacia el ascensor.
—Si ¿Por qué?
— ¿Qué sucede si tengo hambre a mitad de la noche? –enarqué una ceja, siendo verdaderamente sorprendida por su pregunta.
Maldito troglodita.
—Mmm no sé…déjame pensar ¡¿Por qué no vas a buscar alguien a la calle?! –Dios, aunque me tratara de controlar era inútil evitar enojarse por culpa de Max.
Entré al ascensor murmurando maldiciones hacia él. Estúpido vampiro. Él me quedo mirando y sonrió, provocando que me enojara aún más.
—Lo siento, fue inevitable, llevabas demasiadas horas en silencio y no me habías regañado —se rio suavemente lo que me dejó cansada.
—Te encanta hacerme enojar, solo haces que me canse –me apoyé en el ascensor con los ojos cerrados. Lo único que deseaba era dormir.
—Recuerda que debes llegar a arreglarte para que tengamos una cena amistosa.
—Lo sé ¿no me puedo excusar? No quiero ir, estoy muerta de cansancio –la puerta del ascensor se abrió y nos fuimos hacia la derecha, donde estaban nuestras habitaciones.
—No, porque no me quiero aburrir –dijo entrando sin decir nada más. Dejándome sola.
Entré agotada a mi habitación, observé de inmediato los vestidos que había sobre mi cama, pero no pude dejarme llevar por esa sorpresa, sino más bien me concentré en la gran habitación que tenía.
—Dios, esto es demasiado —miré hacia atrás cuando sentí los golpes en mi puerta. Fruncí el ceño y fui a abrir.
—No quiero estar ahí, es demasiado grande para mí solo –reprimí una sonrisa al verlo molesto.
—Max, esto es gigante —con razón no habían muchas puertas de habitaciones en este piso. ¡Esto tenía hasta una sala de estar! —Realmente pensé que eran más pequeñas, pero tienen hasta jacuzzi…me he equivocado –me giré a verlo. Estaba dejando su maleta sobre la cama —Equivocada o no, vete a tu habitación porque la empresa ya ha pagado –él levantó los hombros.
—No me importaría devolver el dinero.
—Max, quiero descansar una hora para llegar a esa cena consiente… ¿me dejarías descansar, por favor? –él frunció el ceño.
—No estaba pensando en seguir teniendo sexo, solo…
— ¿Qué? ¿Me querías hacer compañía? ¿Te sentías solo sin mí? –Reí ante la idea, pero al ver la expresión de furia de Max quise que la tierra me tragara –Max, debes estar bromeando.
—No, tienes razón, nos vemos pronto –se fue hacia su habitación sin decir nada mientras yo deseaba golpearme contra una pared.
—Estúpida, estúpida, estúpida…

Luego de darme cuenta de lo estúpida que había sido, porque por primera vez Max llegaba a mí por si solo sin desear solo sexo lo que me costó entender y arruiné el momento, decidí en irme a dar un baño porque estaba muerta de cansancio y no deseaba ir a esa cena, pero siempre un baño de tina podía arreglar aquello. Estuve más de media hora en el agua rodeada de espuma y un olor increíble a lavanda envolvió todo el baño, me encantó. Sequé mi cuerpo y me puse una bata blanca. Fui a abrir los trajes que estaban sobre mi cama.
—Max —dije negando. No era su maldita muñeca, pero debía admitir que ver esos hermosos vestidos me subió un poco el ánimo. Esta semana sería bastante agotadora.
Luego de haber secado y arreglado mi cabello tomándolo por completo en un moño alto sin dejar caer ni un solo pelo, maquillando con cuidado mi rostro con tonos suaves, decidí ponerme el vestido negro que dejaba libre mi espalda y hombros, tenía una hermosa caída hasta cubrir mis pies. Me miré al espejo y negué, esto era demasiado para solo estar recibiendo el dinero de una asistente, Max me debía un aumento por arriesgar mi vida sobre estos tacones.
Llamé hacia la habitación de Max, pero no contestó por lo que decidí ir a verlo a su habitación. Crucé el pasillo y acerqué mi oreja a la puerta, se escuchaban ruidos extraños. Fruncí el ceño molesta porque no quería ver otra sorpresa como aquella vez que entré a su oficina, pero no soporté la curiosidad y abrí la puerta con cuidado.
—Dios —me acerqué a Max quien recién había pateado el mueble que estaba a su lado — ¿Qué te sucede? –me quedó mirando furioso.
— ¡Nada! –gritó, pero como impulso me acerque a él y tomé sus brazos tratando de que no evitara mi mirada.
— ¿Cómo que nada? ¿Qué has hecho? –Miré hacia los lados y noté que había destrozado más de la mitad de la habitación –mírame… ¿estás sediento? –Él esquivó mi mirada, pero llevé mis manos a su rostro para que me mirara — ¿Max? –sus ojos estaban negros, aquí algo iba muy, pero muy mal si no era la sed lo que provocaba esto.
—No me toques —dio un paso hacia atrás mirándome de una forma que provocó que mis brazos cayeran rendidos.
— ¿Qué te pasa? –no estaba enojado, aunque tuviera su ceño fruncido, más bien lucia… dolido.
—Te ves hermosa —di un paso hacia él, pero Max se alejó con rapidez –nos vemos abajo, de seguro ya están por llegar –me sentí realmente enojada ¿es que no era capaz de confiar un poco en mí?
—Max…dime lo que sucede, no me iré de aquí hasta que confieses.
—Te puedo sacar de aquí —rodeé los ojos.
—Basta –me acerqué y comencé a arreglar su corbata que estaba sin el nudo. Abroché los botones de su chaqueta mientras él me miraba en cada momento –dime que sucede, ahora mismo, no puedes hacer como si nada pasara cuando has destrozado cada centímetro de la habitación, es imposible que no me preocupe.
—No, no lo hagas, no por mí —levanté la mirada. ¿Dónde estaba el Max que conocía? Sus ojos lucían tan tristes que me preocupó — ¿Están todos bien? ¿Has herido a alguien? –tragué saliva nerviosa. Él negó — ¿es qué tienes sed? ¿Qué sucede? ¡Demonios, dímelo! ¡Confía aunque sea un poco, maldita sea! ¡Sigo aquí y no me dices nada!
—Lizzie, no.
—Dímelo —él dio un paso hacia atrás.
—Adelántate, por favor.
—No hagas esto, confiesa de una vez.
—Nos vemos abajo, estoy bien —se enderezó y su expresión de frialdad volvió en una fracción de segundo.
Le di la espalda y me fui de esa habitación. Si Max no confiaba aunque fuera un poco, no era mi problema, yo había estado ahí ofreciéndole mi ayuda.
Bajé por el ascensor y me fui hacia el bar del restaurante que había en el primer piso de hotel. Esperé mirándome en un espejo, pensando en lo enferma que tenía que estar para haberme preocupado tanto por Max al verlo de esa forma ¿Qué le había sucedido? Era increíble como solo pareció un niño atrapado en algo que no podía controlar ¡demonios! Estúpido Max que no me dijo que estaba pasando, debía ser algo grande.
Pasaron varios minutos para que Max bajara y se fuera directo hacia donde me encontraba.
—Ahí están –miré hacia donde sus ojos se dirigieron y pude ver a un hombre, que no era nada de viejo como me lo esperaba y dos mujeres hermosas, una de cabello oscuro y la otra de un rojizo increíble, ambas estaban a su lado.
— ¿Quiénes son ellas?
—Sus…damas de compañía, por decirle de alguna forma —abrí los ojos como dos platos.
— ¿Qué me hace estar al lado tuyo en esta cena? –él frunció el ceño.
—Mi asistente.
—Eso espero Max Blake, no soy la puta de nadie.
—Ten cuidado con lo que dices –se acercó hasta llegar a mi oído –él es uno de los míos —demonios.
Miré y aquel chico de cabello rubio nos estaba mirando con una sonrisa y ojos completamente…negros. Era un vampiro.

¡Gracias por leer! :D

3 Lectores:

  1. Así que ahora Lizzie va a aprender un poco mas de Max.... Espero que le aproveche, y que pueda comprender un poco mas a Max...
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  2. Jajajajajja esta historia simplemente es genial, me encanta, y descuida Lizzie, muchas cuando continuamente nos tratan mal espera siempre lo peor, porque cuando estuvimos esperando lo mejor no llegó. Jajajaja ahora...veamos como sigue la historia
    Gracias Dani, muy bonito obsequio adelantado ^-^

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  3. Y la magia de la cabaña termino...en fin Max tiene mucho pero mucho en que pensar...supongo el pobre no sabe lo que le pasa (intento no dejarme llevar por el y estar de au parte..pero me gana el impulsovde defendelo) y Lizzie oh!! Esto es solo el principio!!sigo leyendo para ponerme al corriente..pero tengo un poco de miedo de llegar al ultimo capitulo saludos!!atte Aby

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