jueves, 26 de noviembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 18



“Acción y Reacción”

Me bajé del taxi, miré la hora, las nueve con cuarenta y cinco minutos, sonreí. Le pagué al conductor y me fui a la casa de Sophia con mis bolsas, había tenido tiempo de ir al supermercado y comprar algunas cosas para comer. Lo necesario para pasarla bien.
Toqué el timbre y de inmediato se sintieron los tacos de alguien para después ver la expresión sorprendida de Sophia.
— ¡Sorpresa! –grité levantando las bolsas.
— ¡Pensé que no ibas a venir! –dijo abrazándome y dando saltitos.
—Era mentira, solo una sorpresa que les quería dar —si, sorpresa es lo que iba a tener yo si esto salía mal.

—Vamos, las chicas están en la sala –dejé mi abrigo en el perchero y pasamos por el pasillo, al final de este me encontré con Jennifer y Nathalie mirando hacia nosotras. Nathalie saltó como un resorte y se lanzó a abrazarme.
Ahora llevaba su cabello negro azabache corto, con una moderna melena; era la más alta de las tres y las que más se preocupaba de lucir siempre bien.
—Eres una malvada Lizzie Green ¡estás viviendo con un millonario y no me dijiste nada! –Dijo separándose de mí –qué bien que has llegado…y qué vestido –dijo mirándome.
Había elegido uno de los que había en el armario. Era lindo, realmente me gustaba, me tapaba con suerte el trasero, aunque estaba siendo exagerada.
—Eres otra….me agrada –tenía que aprovechar de comportarme como no lo “tenía permitido”, ya que estaba segura que después de salir esta noche, con suerte podría ir a trabajar la otra semana, Max se pondría pesado y quizás me querrá dejar dentro de una jaula.
—Te ves divina –dijo Jennifer abrazándome –que hermosos tus zapatos –eran negros y abajo eran de color rojo oscuro –Estás…atrevida ¡me gusta! –dijo aplaudiendo.
Sophia se encargó de las cosas que había traído y las puso sobre la mesa, donde las chicas tenían más picadillos.
— ¿Cómo está Robín? –dije un tanto triste, no lo veía hace miles de meses y lo extrañaba.
—Lo dejé llorando, quería venir conmigo, pero le dije que solo era una salida entre chicas y que no estaba invitado, además agregué que nadie aquí lo quería –sonrió traviesa –también te extraña, ambos lo hacemos.
—Pero si han estado trabajado y trabajando –dije con bastante seguridad, era verdad, ellos estaban absorbidos por su club.
—Sí, lo sé, pero tú también has estado desaparecida.
—Cogiendo y cogiendo –dijo Jennifer riendo. Sophia y Nathalie se partieron de la risa, pero yo ni siquiera sonreí a lo que dijo.
—Eso es tan cierto como decir que Jennifer solo ha tenido a Arthur en su cama.
—Oh...touché –dijo ella sonriéndome.
— ¡Muy bien! –Dijo Nathalie poniendo orden –necesito detalles y sabes que no son los que Sophia ya me dijo, de cómo te conoció y blah blah blah.
— ¿Soy la única qué no es una pervertida como ustedes? –las tres miramos a Sophia.
—No –dijo Nathalie –tú eres la única que se hace la tonta al respecto –dijo riendo.
Le tomó unos segundos calmarse y lo hizo bastante ya que su mirada se volvió más seria.
—Las chicas dijeron que se ve posesivo Lizzie ¿en qué andas? –miré a mis otras amigas, ella no me habían dicho algo parecido.
Traidoras, me dejaban con Nathalie para esos temas, ella iba siempre directo al grano y no le importaba que te diera una apoplejía por la sorpresa.
—No ando en nada, estoy viviendo con Max.
—Lizzie ¿relación abierta? ¿Tú?...no quiero escuchar que tienes un trabajo doble y uno es aquel más antiguo que este planeta –fruncí el ceño.
—Estoy sorprendida de lo que estás diciendo –mi expresión se endureció –no soy la puta de nadie Nathalie, no me agrada lo que dices.
—Solo tenía que asegurarme.
— ¿Es qué no creen que alguien como Max se fije en mí? –las tres se miraron entre ellas –Oh…ya veo, pero que buenas amigas.
—No nos malinterpretes –dijo Jennifer –es todo lo contrario –fruncí el ceño sin entender.
—Nos sorprende que a ti te haya atraído alguien como Max.
— ¿Qué tiene él? –Nathalie enarcó una ceja. Bebí un poco de mi trago para lo que venía.
—Es millonario, hijo de tu jefe y por lo que he escuchado, es un mandón… ¿quieres qué te recuerde por qué te fuiste cuando tuviste la oportunidad de escapar de tu papá?
—No quiero hablar de eso, no me agrada…están equivocadas –Dios santo, tengo que aprender a mentir mejor, las chicas pronto descubrirían todo si no tenía cuidado.
—No te hemos escuchado decir que estás enamorada –dijo Sophia.
—Vamos de a poco, es muy persuasivo por eso me fui a vivir con él.
—Tú no eres una chica para una relación abierta Lizzie –dijo Nathalie.
—Oh…muchas gracias, de verdad atiné en venir aquí ¿no creen?
—Tú podrías sentir algo hasta por un psicópata si este te da un poco de cariño —tragué saliva nerviosa, no me gustaba por donde iba esto –estamos siendo buenas amigas Lizzie, no queremos que salgas herida.
—Jamás hemos conocido a alguien con quien desees ir tan en serio –dijo Jennifer –y ahora ¡boom! Vives con Max, sin decir ni pío –miré a Sophia por un poco de ayuda, pero ella solo miraba, como una jueza dentro de un hermoso vestido marfil, ajustado.
— ¡Ey! –Dije mientras ordenaba mis ideas –basta con esto ¿sí?...ya soy grande, me sé cuidar sola.
—No todo es malo –dijo Sophia de repente, la miré curiosa –Lizzie sube sola los ascensores ahora –dijo mirando a Nathalie. Esta abrió los ojos sorprendida para después enarcar una ceja.
—Dicen que los miedos se curan con el tiempo o en un segundo, ¿Qué hiciste en el ascensor que ya no les temes? –de inmediato me sonrojé, siendo descubierta, ya que las chicas comenzaron a reír.
— ¡Por favor que no sea en el que me subí hoy! –Dijo Jennifer –apoyé mis manos en la baranda —Negué avergonzada.
— ¿De qué hablaban antes que llegara? Porque se están centrando solo en mí, de seguro estaban muy aburridas –dije tomando otro poco.
—En realidad, de ti —Nathalie me miró preocupada.
—Ah genial –dije tomando otro poco.
—Solo estamos preocupadas —dijo Sophia –estás triste y a veces ni siquiera nos escuchas cuando estamos juntas –miré a Jennifer y ella asintió.
—Quizás Lizzie —dijo Nathalie –eso de la relación abierta te está afectado porque estoy segura que fue idea de él, tú no sales ni te relacionas con otros chicos, quien saca ventaja de ese acuerdo es Max ¿o me equívoco? –tragué saliva nerviosa, esto estaba saliendo mal.
No debí venir.
—Estás equivocada, hoy he salido y me puedo ir con quien yo desee, puedo elegir a cualquier chico que me guste y listo, sin ataduras ni remordimiento por Max.
—Bien —dijo Nathalie desafiante –alguien me dio cierta tarjeta que nos hará entrar a uno de los club más conocidos, al Lucifer y sin duda habrá un chico guapo que se interese por ti y tú por él, demuestra lo que dices Lizzie —me puse de pie y estreché su mano.
—Hecho –Nathalie sonrió.
—Hecho.

Después de haber hablado otro tiempo de Max, distraje olímpicamente a Sophia solo pronunciando el nombre de Damien; así cada una de las chicas comenzó a hablar de cómo iban con sus parejas, pero no ponía mucha atención a lo que ellas decían. Estaba nerviosa, dudaba que Max fuera al Lucifer, la otra vez escuché que no le agradaba porque había demasiado movimiento, James estaba en el departamento y estaban hablando de distintos clubes de Chicago, mientras yo comía en silencio, en el sofá, mirando televisión.
—Bien –dijo Nathalie poniéndose de pie. Buscó su teléfono y llamó a alguien –el taxi llega en cinco minutos, prepárense –cogí mi abrigo y mi bolso.
— ¿Estás segura que podremos entrar? –dije mientras las chicas se arreglaban.
Miré mejor a Jennifer, se veía espectacular con un vestido blanco, sin tiras, que se ajustaba solo hasta un poco más debajo de sus pechos para después caer libremente, tenía un estampado de flores negras, realmente un vestido hermoso.
El de Sophia era color marfil, tenía un escote estilo halter, dejando libres parte de su espalda y hombros, daba la ilusión de que tenía un collar con pequeñas piedras a tono con el vestido, pero eran parte de este, se veía guapa.
Nathalie siempre sobresaliendo, ella se veía como una modelo con su minivestido rojo, no estábamos muy distanciadas respecto a qué altura llegaba su vestido con el mío, tenía varios pliegues la hacían ver espectacular.  
Antes que saliéramos, pasé al baño y me miré mejor. Me había gustado este vestido, no lo había elegido pero estaba en mis gustos. Era negro, tapaba parte de mis hombros con una tela color negro, transparente, luego se ajustaba hasta mis pechos y caía hasta llegar un poco más abajo que mi trasero, tenia distintos diseños bordados de color plateado, era lindo.
— ¡Lizzie! –gritó Sophia.
Salí directo para correr al taxi que nos esperaba afuera. Sonreí, esto sería entretenido y saldría invicta, tenía que ser positiva, recién eran más de las doce y mi celular lo tenía cerca, si algo malo pasaba Max me llamaría indignado para saber dónde estaba su nevera, así que por ahora todo iba según mi plan.
Fuimos bromeando todo el tiempo que duró el viaje, me senté al lado del conductor y lo incluimos en nuestras bromas, incluso nos hizo un descuento cuando llegamos.
Salí del taxi con dificultad y miramos el club, era increíble, como un mini castillo.
—Muy bien, vamos –dijo Nathalie.
Miré y vi que había una fila eterna, suspiré y me dirigí hacia ella, pero Nathalie me tomó del brazo y fuimos directo hacia el guardia gorila que había en ese lugar, luego de avanzar un poco más, noté que habían dos gorilas detrás del que vi primero o quizás ya estaba viendo triple, la brisa no me había ayudado.
— ¿A dónde van ustedes, señoritas? –dijo uno de ellos.
—Bueno ¿Dónde más crees que vamos, guapo? –le dijo Nathalie, él sonrió y negó, de seguro no éramos las primeras que lo trataban así, pero Nathalie le mostró una tarjeta dorada y solo hizo que se nos abrieran la puerta del cielo –tú y tus amigos llámenme, puede que necesite gorilas como ustedes en un tiempo más –dijo dándole su tarjeta.
—Excelente —dijo el guardia para después irnos de ahí y entrar al castillo a bailar, gracias a Dios ser cenicienta en el siglo XXI me daba un horario extendido hasta las tres de la mañana.
— ¿Qué le has mostrado? –pregunté a Nathalie subiendo el tono de voz porque ya la música se escuchaba fuertísima.
—Mi tarjeta de socia en el club “Portal” –la miré sin entender –No hay nada más que personas con un poco más de dinero, con Robín entramos ahí solo para ver si conseguíamos mejorar nuestros negocios.
— ¿Tengo una amiga millonaria? –ella sonrió.
—No a tal extremo, solo ha sido una muy buena cosecha este año –dijo sonriendo. Negué aliviada de ya poder estar adentro, lo dudé por un momento.
Nos fuimos a sentar con las chicas a unos sofás que había y me quedé cómodamente ahí, esperando a que el alcohol pasara un poco, pero no pude seguir ahí por mucho tiempo.
En menos de un minuto me vi sola, a mis amigas la vinieron a sacar a bailar y ellas felices fueron para moverse un poco.
— ¿Y tú? –Levanté la mirada y un chico muy guapo me estaba mirando –te han dejado sola en menos de un minuto, así que me veo en la obligación de sacarte a bailar –sonreí al ver su sonrisa. Era muy guapo.
Su sonrisa blanca y coqueta iba dirigida a mí, al igual que sus ojos verdes. Su cabello negro estaba completamente desordenado. Se veía atractivo con ese suéter con anchas rayas que iban entre colores azul cobalto y negro. Con esos pantalones también oscuros, si, ese chico era muy guapo.
—Así que vienes por obligación –dije enarcando una ceja.
—Estoy encantado de cumplir mi obligación como Caballero, pero ¿Cómo se llama la damisela en apuros? –sonreí sin poder evitarlo.
—Dime solo Lizzie –estiró su mano para que yo la tomara y lo hice encantada.
— ¿Y este príncipe? ¿Tiene nombre?
—Noah.
—Encantada Noah — ¿era idea mía o estaba coqueteando? Sonreí sin darle mayor importancia.
—No, el gusto es completamente mío –bajamos los escalones para avanzar un poco más y llegar a la pista, quedamos cerca de Nathalie que me miró moviendo las cejas sugestivamente al ver a Noah.
— ¿Y qué haces? –me preguntó mientras de fondo sonaba una canción de Rihanna.
—Bailo –me comencé a mover al ritmo de la música –Soy secretaria en Blake Ltda. ¿Y tú?
—Manejo computadores…soy parte de una pequeña empresa –enarqué una ceja, no estábamos en un lugar donde hubieran pequeñas empresas, creo que con Sophia, Jennifer y yo, éramos las peor pagadas del lugar –bueno…quizás no tan pequeña.
—Wow…te llamaré para cuando se arruine mi computador –dije riendo. Él me sonrió y siguió bailando.
Cogió mis manos e hizo que diera media vuelta quedando el detrás mío y siguió moviéndose, pero con agilidad volví a quedarme al frente de él. Estaba roja como un tomate, además que el alcohol estaba haciendo su efecto aun. Noah me miró coqueto y volvió a tomar mi mano para acercarme más él.
—Te estás escapando —dijo más cerca de mi oído. Mi corazón comenzó a latir rápidamente, este chico me ponía nerviosa, me agradaba.
¿Por qué no podía beber mucho sin tener consecuencias como lo hacían mis amigas?
—No lo creas —dije moviéndome, cerrando los ojos para evitar desconcentrarme con ese rostro, era demasiado guapo.
¿Por qué tenía esta mala suerte? ¡Odiaba a Max Blake!...debí venir aquí primero hace semanas atrás.
Con Noah seguimos bailando, hasta que él se ofreció traerme un trago, el cual acepté encantada porque estaba muerta de sed.
—Wow —dijo Nathalie dejando de bailar con otro chico para llegar a mi lado — ¡relación abierta, relación abierta! eso es justo lo que necesitabas ahora mismo, es tu oportunidad –fruncí levemente el ceño.
— ¿De qué hablas? ¡Ve a bailar! –dije sin entenderla.
—Que puedes estar con ese chico tan guapo y no habrá culpa, no te digo que te vayas a la cama con él, pero diviértete –dijo Nathalie animándome –Bien, me voy con las chicas –la miré asustada –a sentarme, estoy muerta.
—Está bien.
—Hola –dijo Noah llegando a donde nosotras, saludó a Nathalie. Ella lo saludó para después irse rápidamente – ¿es tu amiga?
—Sí, una bien loca –él sonrió y me entregó un vaso con un trago rosado.
—Te va a gustar, refresca –bebí un poco y era muy helado, no tenía idea como se llamaba pero era rico — ¿Quieres irte a sentar? –le pasé mi vaso con rapidez y busqué mi bolso pequeño que llevaba cruzado, tomé mi celular y miré la hora, eran un poco más de las dos de la mañana. Sonreí, aun tenía tiempo.
—No, mejor sigamos bailando.
—Muy bien entonces.
Estuvimos bailando por un largo tiempo más, me bebí bastante rápido el trago porque estaba muerta de sed, sabía que se iría a mi cabeza más rápido de lo pensado, aunque estuviera bailando.
Ahora ya no bailaba tan alejada de Noah y él no perdía el tiempo tampoco, así que sentía como su rostro estaba apoyado contra el mío. Cerré los ojos tratando de concéntrame para analizar todo esto.
Yo no era de las que hacía este estilo de cosas cuando salía, pero Noah era…era algo extraño, además no tenía porque sentirme mal por Max, él no era nada mío, además hacía cosas peores que estar bailando y coqueteando con alguien.
Mis pensamientos sobre Max se fueron al infierno cuando sentí como los labios de Noah pasaban por mi mejilla, yendo a buscar mi boca y lo decidí. Me alejé unos centímetros de su rostro y lo quedé mirando sonriendo, para después empinarme y besarlo directamente.
Noah dejó sus manos en mi cintura, acercándome más a él. Apoyé mis manos su cuello para acercarlo más y debo decir que sus labios eran increíbles, no eran fríos ni demandantes, eran calientes y atrayentes. Pasó su lengua por mi labio inferior y no me negué. El beso se intensificó, haciendo que mi sangre corriera más rápido, me empiné un poco más, sorprendida por cómo se sentían sus labios.
Él se alejó un poco y se llevó entre sus dientes mi labio inferior, solo un poco. Me alejé y lo miré sorprendida, eso sin dudas se había sentido bien, pero todo se arruinó cuando sentí un escalofrió recorrer mi espalda y automáticamente mi mirada se fue hacia detrás de Noah. 
Podía ver como una mirada se encontraba con la mía, exactamente unos ojos rojos, que estaban a varios metros de distancia, mirándome furiosos.
Mierda.
Miré a Noah al saber que quizás Max le podría hacer algo.
—Creo que he sido recompensado por salvarte —me sonrió dulcemente, pero descubrió que algo estaba mal — ¿Sucede algo?... ¿Qué?
—Me tengo que ir –dije rápidamente y le di la espalda para dirigirme a donde estábamos para sacar mi abrigo, pero Noah sujetó mi mano y evitó que diera otro paso.
Podía ver como desde atrás Max comenzaba a avanzar hacia nosotros.
—Tu nombre —miré sus hermosos ojos verdes y luego miré a Max.
—Me tengo que ir, me llamo Lizzie Green –dije para soltarme de su mano e ir corriendo donde las chicas que estaban cómodamente sentadas y conversando, las tres sonrieron al verme –Wow…ha sido genial pasar tiempo con ustedes pero muero de cansancio así que me voy a tener que ir no se preocupen ¡adiós! –tomé mi abrigo y no sé si me habrán escuchado porque hablé demasiado rápido, pero salí de sus vistas antes que se pusieran de pie y me detuvieran.
Comencé a pasar por entre la gente que venía, hasta que sentí casi al final del pasillo para salir, que me tomaban con fuerza del brazo, haciendo que me quejara por la brutalidad de dicho agarre. Incluso sentí que me levantaba unos centímetros del suelo.
— ¡Suéltame! –le grité a Max, pero él solo me dio una mirada para quedarme callada.
Comenzó a avanzar conmigo hasta que traspasó la puerta y avanzamos por una calle que desconocía.
—Son todas iguales –por lo que alcancé a escuchar dijo eso ya que no estaba segura porque realmente iba detrás de él, casi siendo arrastrada.
—Max, me duele –él se volteó y tomó mi rostro con una mano y me quedó mirando con sus ojos rojos.
— ¿No te dolió cuando te mordieron el labio? yo te enseñaré lo que es dolor Elizabeth –me estremecí de miedo cuando dijo eso.
Siguió caminando, llevándome del brazo bruscamente.
— ¡Para Max! ¡Por favor!
— ¡Cállate Green o sino pagarás en este mismo lugar lo que has hecho! — ¿lo qué he hecho? Pero si no hice nada malo.
Giramos en una esquina y llegamos al auto negro. Abrió la puerta del copiloto y me lanzó hacia dentro, provocando que me golpeara con la palanca de cambio. Me traté de acomodar, pero Max ya estaba manejando, doblando en otra esquina, haciendo que me moviera de nuevo y quedara toda incómoda sobre él.
— ¡No tan rápido! –dije cuando encontré equilibrio para poder sentarme mejor. Con rapidez puse el cinturón de seguridad — ¿Qué demonios, Max? –él no me contestó, solo miraba hacia adelante y manejaba como un loco, por su mirada, estaba demasiado enojado, más que todas las veces que lo había visto antes, si, incluso cuando me mordió y me lanzó contra ese maldito pilar, la noche de la fiesta Masquerade —¡Max!
—Cállate o tu ofensa será aun más grave –dijo mirándome de tal forma que me sentí pequeña y me quedé callada por el resto del viaje.
Llegamos al edificio y Max le arrojó la llave al chico encargado del estacionamiento. Salí rápidamente para adelantar a Max, en realidad salí corriendo hacia el ascensor y llegué primero, estaba muerta de miedo.
Tenía el estómago hecho un nudo mientras subía, hasta que las puertas se abrieron. Estaban todas las luces apagadas, solo la del ascensor me protegían, irónico siendo que le temía a esta caja de metal.
Mi corazón saltó de miedo, aun más, pero decidí hacer lo que mejor podía hacer en este momento. Correr.
Me fui directo a la habitación o eso era lo que yo pensaba hacer ya que alcancé a correr un par de segundos cuando sentí que era estampada contra la pared.
—Te dije que no salieras esta noche –tenía su mano en mi cuello, levantándome unos centímetros del suelo. Apenas podía afirmarme.
—M...ax –tosí porque me estaba apretando demasiado –para.
— ¿Es qué no entiendes que yo soy más fuerte que tú? ¿Ah? –dijo presionando más fuerte, pero cuando creí que me iba a desmayar por su agarre, me soltó, haciendo que cayera en el suelo.
Respiré con rapidez, como si todo el oxígeno del mundo no bastara para llenar mis pulmones.
Max tomó mi brazo y me levantó bruscamente. Comenzó a avanzar, di un suspiro cuando noté que pasamos de largo la habitación donde yo me quedaba, por lo menos no tendría que preocuparme del sexo…o eso pensé en dicho segundo.
Max de una patada abrió la puerta de su habitación y sentí que literalmente me arrojó a la cama, incluso sentí que hasta volé un poco. Sobé mi brazo derecho que estaba adolorido por el trato de Max.
—Te voy a dejar en claro, que eres solo mía y que ni siquiera puedes tener a otro hombre en tu cabeza Elizabeth –fruncí el ceño.
— ¡Tú eres él que se tira a quien tenga un poco de sangre en sus venas maldito chupasangre! –dije gritándole a la oscuridad porque todo estaba muy negro.
Max tomó mi rostro por mi mandíbula y me miró directo a los ojos, muy cerca, podía ver con claridad esas esferas rojas.
—Ya me cansé de que no sigas mis órdenes, te di una hoy y me has desobedecido.
— ¡Maldito! ¡No eres mi padre! –ni siquiera a él le daba importancia.
—No, claro que no, soy mucho más que eso, soy tu dueño, eso te debería quedar claro y hoy me aseguraré de ello.
— ¡Max, suéltame! –Dije tratando de empujarlo, pero solo me hacía daño en el rostro ya que ni siquiera lo movía — ¡No puedes comparar un simple beso a tu comportamiento! –lo miré fijo a sus ojos y solo le refregué lo que vi cuando entré a su oficina hace días atrás, lo que paso entre Emily y él.
Mis ojos se llenaron de lágrimas porque al ver aquello Max solo me refregó en mi cara que solo estaba siendo utilizada, que había perdido todo en mi vida por su culpa y por algo que ni siquiera valía la pena.
—No saldrás de aquí hasta que te quede claro quién manda Lizzie y bien, por esta única vez ganarás en algo, pero tendrás que atenerte a las consecuencias –fruncí el ceño sin comprender lo que sucedía –no me gustan los condones, por lo tanto —abrí mis ojos sorprendida.
¿Qué demonios estaba tratando de decir? Eso no tenía que resultar en realidad porque Max solo se estaría acostando conmigo y eso no me ayudaba, ya que…bueno, él agotaba mis energías.
—Como ahora no te puedo dejar sola porque te puedes escapar a revolcar con quien quieras, tú serás mi única diversión por las noches, no me acostaré con más humanas o vampiras.
—No —esto no tenía que resultar así ¡no! –solo déjame tranquila.
—Date vuelta –dijo liberando su agarre de mi rostro.
—No, Max yo no…
— ¡Gírate ahora mismo! No tendrás ni las ganas de pensar en otro después de esta noche –al ver que no me movía Max me tomó de los hombros y me hizo girar con rapidez.
 Dejó su mano en el principio de mi vestido, por atrás, y lo rompió hacia abajo para después sacarlo y tirarlo al suelo. En menos de tres segundos me dejó solo en ropa interior y zapatos.
—Tus manos hacia atrás —me giré para encararlo, yo no iba hacer esto, pero Max siempre adelantándose a mis pensamientos, me tomó las manos y la llevó hacia atrás para envolverlas con un pedazo de tela, que supuse que había sido el que saco del vestido –estás lista… —dijo tirando levemente de la tela, me tenía atrapada –espero que después de esta noche no vuelvas a desobedecerme.
Su tono de voz había cambiado por completo, me dejó sola por un segundo, lo que sirvió para poder ver como abría las cortinas, dejando que entrara la luz de la noche por la ventana.
Tragué saliva nerviosa al recordar lo que hizo. Me hizo volver a verlo con su agarre en mi mandíbula, pero no quería hacerlo, bajé la mirada, completamente frustrada, pero Max me empujó con su cuerpo hasta quedar recostado sobre mí. Ya no llevaba esa camisa.
Su piel chocó con la mía e hice caso omiso al hecho de que mi cuerpo comenzara a arder de inmediato. Atrapó mis labios en los suyos y entró en mi boca con su fría lengua para encontrarse con la mía, cerré mis ojos y como siempre que pasaba me rendí a sus besos, como odiaba cuando me besaba porque era la forma que me dejaba indefensa.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mientras seguía respondiendo su beso, sentí como esas lágrimas comenzaban a caer hacia los lados. Max con sus manos secó de inmediato todo rastro de ellas.
—No llores –dijo enojado –no me agrada –lo miré suplicándole para que todo esto terminara.
—Déjame Max, por favor, basta con esto —él me quedó mirando unos segundos.
—Ni en tus mejores sueños pasará eso –se acomodó entre mis piernas, mientras apoyaba su frente junto a la mía.
—Mis muñecas —dije quejándome, me dolía ese amarre, pero Max no me tomó en cuenta, sino que fue pasando una mano por mi abdomen mientras empujaba su pelvis contra la mía, aun estaba con sus pantalones y podía sentir su erección.
Cerré mis ojos nuevamente y sin poder controlarlo mi espalda se arqueó solo un poco. Respondía tan fácil ante él. Esto habría sido otra historia si solo me hubiera conquistado.
—Pareciera como si solo intentaras llegar a esto ¿no? –Por su tono sabía que seguía enfadado, me hablaba con recriminación –no eres más que una zorra –dijo con ese mismo tono.
Lo miré sorprendida por lo que me estaba diciendo.
— ¿No te das cuenta que has sido solo el único con quien me he acostado, Idiota? –lo que decía era estúpido, no tenía ningún argumento.
—Son todas iguales –dijo mientras sacaba mi sujetador.
—Pobre Max –dije irónicamente, mientras cerraba los ojos, al sentir que atrapaba mi pecho con su mano y tomaba mi pezón con su boca segundo después –De seguro alguna mujer te dejó traumado ¿no?...pobrecito –volví a decir, pero él mordió con fuerza haciendo que un grito saliera de mi boca.
—Pobre Elizabeth —respondió mientras metía su mano bajo mis bragas, haciendo que mordiera mi labio inferior al sentir como introducía su dedo en mí –que no tiene familia a la cual aferrarse –lo miré enojada cuando dijo eso — ¿Crees que no sé lo que pasa? –gemí al sentir como movía su dedo, para después introducir otro y hacer que escapara un gemido más alto mientras comenzaba a mover mis caderas hacia él.
Maldito Max que provocaba esto en mí.
—Cállate… —dije tratando de encontrar algo de oxígeno para que me tranquilizara. Tomó mi ropa interior y la rompió para lanzarla lejos, dejando mi piel ardiendo en cada roce que tenía sus manos con ella.
Se acomodó entre mis piernas y luego en lo único que pude estar concentrada era su lengua que jugaba con mi clítoris, provocando que mis caderas fueran a su encuentro, causando que mi vientre comenzara a arder por el placer que Max me estaba dando. Sintiendo como casi iba llegar a mi orgasmo, él se alejó de mí dejándome insatisfecha.
—Eso lo veremos –dijo leyendo mis pensamientos.
No me dio tiempo de decir nada, ya que tomó mis caderas e hizo girarme, dobló mis rodillas y se aferró a la tela que quedaba libre en el amarre de mis muñecas. Si no fuera por mis manos ahora estaría sobre mis cuatro extremidades.
Estaba completamente expuesta a él. Apoyé mejor mi cabeza en la almohada y escuché como Max se desabotonaba su pantalón para después bajar la cremallera. Gemí al sentir como su erección recorría mi clítoris.
—Estás…estás jugando —moví mis caderas, me odiaría mañana por esto, como siempre lo hacía.
—No creo que estés muy consciente mañana –abrí mis ojos asustada, pero ya era tarde, Max se introdujo en mi interior y tiró de la tela del agarre en mis manos para levantarme un poco y después hacerme caer.
Esto había dolido, pero sentirlo dentro de mi cuerpo había opacado la sensación de dolor en mis manos. Cerré mis ojos con fuerza al sentir como se introducía un poco más para quedar por completo en mi interior. Era tan grande.
Hice mis manos un puño al sentir como Max se comenzaba a mover lentamente, salió por completo para después volver a penetrarme de forma violenta, pero eso solo estaba provocando que los latidos de mi corazón estuvieran en mi cabeza, que mi centro se humedeciera aun más por lo que estaba haciendo ese maldito Max con mi cuerpo. Moví mis manos tratando de encontrar un poco de contacto con sus manos, pero me era inútil.
—Solo has estado provocándome –dijo entrando con fuerza, provocando que gimiera bastante alto. Ni siquiera fui capaz de entender lo que me estaba diciendo.
Max me atrajo hacia su cuerpo por esa maldita tela que no me dejaba realmente disfrutar al máximo, ya que dolían mis muñecas.
—Cuidado –dije sintiendo como mis piernas perdían fuerza y como Max era el culpable de eso por los movimientos que estaba haciendo, dejándome en cada uno sin aliento.
— ¿Crees qué no me di cuenta de lo que hiciste hoy en tu almuerzo? –dijo entrando más profundo. Mordí mi labio inferior para no comenzar a gemir tan fuerte, la última vez fue realmente arrebatadora — ¡Responde, Lizzie! –lo único que hice fue apoyarme en su hombro, me estaba matando, no podía hacer nada más que sentir lo que estaba provocando en mi cuerpo, si seguía así no me tomaría mucho tiempo terminar.
—Max —dije quejándome, lo único que podía tener en mi mente era a él, nada más.
¡Como lo odiaba, maldito manipulador!
Se apoderó de mi mente nuevamente cuando rodeó mi cintura con su mano libre, lo que ayudó bastante ya que sentía que me iba a desvanecer, pero me presionó con más fuerza de la necesaria, causando dolor.
—Responde –dijo con un gruñido en mi oído, mientras seguía embistiendo.
—No lo sé –no tenía la menor idea porque había actuado de esa forma en el almuerzo, pero realmente en este momento no me importaba y creo que eso molestó a Max ya que me tomó de la cadera y me hizo caer a la cama de nuevo y me comenzó a penetrar de una forma salvaje, haciendo que la cama se moviera al ritmo de sus propios movimientos.
Solo bastaron dos segundo más para que sintiera que mi corazón estaba latiendo por todas partes de mi cuerpo. Aprisioné a Max cuando llegó mi orgasmo, desencadenando el de él, que me sujetó con más fuerza las caderas. Eso dejaría marca.
Cerré los ojos apoyada aun en la almohada, Max estaba acabando conmigo.
Me desató y me giró para verlo.
—Esto ni siquiera ha terminado –lo miré sorprendida. Era imposible, él acababa de tener un orgasmo, no era real que estuviera excitado de nuevo — ¿Crees que me rijo según las reglas de la humanidad? –lo miré asustada, si eso no era así ¿él podría estar toda una noche teniendo sexo? –Te tocará ser testigo de eso —acaricié mis muñecas, sobándolas ya que me dolían como si hubieran estado en un infierno, me quemaban.
—Basta —dije tratando de buscar algo para cubrirme, pero Max me lo impidió, tomando mis manos con brusquedad. Me quedó mirando muy serio, esquivé su mirada –No tienes derecho a hacerme sentir mal –presioné mis labios con fuerza, no iba a sentirme mal y menos iba a comenzar a llorar.
—Solo tu reacción te delata del mal que has hecho –lo miré furiosa. Él no tenía ningún derecho a decirme algo así.
—Tú haces cosas peores Max, así que no seas un manipulador, mejor vete… —él tensó su mandíbula, mirándome de nuevo furioso, con sus ojos aun color rojo, lo que me sorprendió porque recién ahí me di cuenta de que él no me había mordido.
—Todo es tu culpa –dijo presionando más su agarre en mis manos que ahora había dejado sobre mi cabeza. Evitando moverme y escapar de él –Ya no me quiero acostar con Emily desde que dijo que no era correcto y no sé cómo has arruinado mi suerte en las noches Green ¡todo es tu culpa! –mis ojos se abrieron sorprendida a lo que decía, no pude evitar sonreír.
—Otra razón para que me dejes libre ¿no crees? Así vuelves a tirarte a quien desees –su ceño se frunció aun más, pero para mi sorpresa, no dijo nada, sino que plantó sus labios contra los míos, atrapándolos con toda confianza y dominación.
No dudé en responderle, sus labios, malditos labios que comenzaban a llevarme a la misma perdición. Me acerqué más a su boca y Max comenzó a devorar la mía. Soltó el agarre en mis manos y pude ser libre de hacer lo que quería con ellas, se fueron automáticamente al cuello de Max para acercarlo más a mí.
Cerré los ojos disfrutando de su sabor, de los movimientos de su lengua contra la mía, pero me exalté al sentir de nuevo su erección en mi entrada. Apoyé mis manos en sus hombros y él se separo de mí para fijar su mirada con la mía, para después entrar de un solo movimiento en mi cuerpo. Causó que un grito saliera de mis labios, volví a mirar a Max y tenía esa sonrisa malvada, curvando sus labios.
Moví un poco mi cadera ya que él no se movía, pero Max me detuvo con sus manos.
—Que te quede claro, que nadie más te podrá tener así…nunca –me sorprendí por la intensidad de sus palabras, pero no le pude responder nada ya que nuevamente comenzó a moverse de esa manera que prendía mi cuerpo en un segundo.
—Oh Dios…Max —esto estaba saliendo mal, se estaba escapando aun más de mis manos.
Se acercó a uno de mis pechos y lo atrapó con su boca, mientras que con su mano le daba atención al otro. Cada vez mis gemidos iban en aumento, pero era algo que no podía evitar, Max siempre hacía lo mismo con mi cuerpo y mi mente, era inevitable.
Comenzó a pasar lentamente sus labios por el comienzo de mis pechos hasta llegar a mi cuello, él sabía que me quedaba poco y creo que era hora de convertirme en su nevera, pero me quedó mirando muy serio.
—Es una grave falta de respeto que hables de ser una nevera —dijo para penetrarme más fuerte, grité al sentirlo más profundo.
—Tú igual…me has llamado así —fruncí el ceño tratando de que no salieran gritos de mi parte, pero al parecer Max estaba en contra de ello, ya que llevó su mano directo a mi clítoris y comenzó a acariciarlo, de tal forma que me empecé a quejar más fuerte de lo usual y solo me bastó un poco más de eso, para sentir como una ola de fuego recorría todo mi cuerpo y eso fue lo que necesitó Max para sentir mi cuello.

Comenzó a beber como un poseso y lo estaba haciendo fuerte, igual que la vez pasada, causándome dolor. Me aferré a sus hombros y grité por estas dos sensaciones que me abrumaban, dolor y placer, exactamente como era Max.

O_O estoy en estado de shock.

3 Lectores:

  1. JODER *-* te amo Max...
    NOAH siento que te odio -.- puto xD
    Ahora empieza lo bueno

    ResponderEliminar
  2. Uhhuuuuu!!!! Bueno, ahora Lizzie sabe de los ataques de celos de Max, y además de todo, como puede llegar a lastimarla... y por fin aparece Noah!!!!
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  3. Hay creo recordar a noah
    Espero que en esta ocasión le vaya bien

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena